Presidente Luthor

Uno de los eternos debates de la política o de la sociedad es sobre cómo actuar frente a un dictador. ¿Es legítimo utilizar todas las armas posibles, incluida la fuerza, para derrocarle? ¿Incluso a riesgo de utilizar los mismos métodos que ese dictador utilizó y que paradójicamente intentamos combatir? Pues en principio, sin hacer una reflexión muy profunda, yo diría que sí, que es moralmente aceptable. Pero… ¿y si el líder que se busca derrocar ha sido elegido democráticamente? Pongamos que el presidente de un país tuviese la idea de utilizar su poder en su propio beneficio y en perjuicio de su nación, o para desfalcar dinero público, o realiza genocidios o crímenes contra la humanidad, o cualquier cosa de esas que sabemos que son muy malas. ¿Tendríamos derecho entonces a derrocarle por medio de la fuerza o de cualquier otro método que se salte las normas democráticas que precisamente queremos defender? Esto ya es un poco más peliagudo y habría que meditarlo un poco más ¿no? ¿Y si además ponemos el condicionante de que ese presidente aún no ha hecho nada malo pero sabemos que es una mala persona, que es… un villano?

Con esta idea juega uno de los comics que leí la semana pasada: “Superman: Presidente Luthor”. En él, el eterno enemigo de Superman, Lex Luthor, no contento con su enorme poder a nivel económico y empresarial, decide lanzarse a la carrera presidencial. En este contexto al superhéroe de Krypton se le plantea el dilema de determinar qué es lo más beneficioso para su país de acogida: acatar la decisión democrática de los ciudadanos o cargarse a Luthor, sabiendo que es un supervillano, y evitar así que pueda hacer daño a la nación y al mundo.

Tenía bajas expectativas puestas en este cómic ya que tanto Andoni como Vicu no me lo habían puesto muy bien cuando me lo pasaron, y al final no es que me haya parecido una maravilla ni mucho menos, pero si que he pasado unos buenos ratillos con él. La historia no alberga mucho más de lo que os he contado ya y en cuanto al dibujo me ha llamado la atención que prácticamente cada capítulo es de un dibujante distinto, con estilos tan diferentes que en unas ocasiones se acerca al manga y en otras utiliza un alto realismo.

En resumen, que hay comics de Superman mil veces mejores y más recomendables, con mejores historias, más elaboradas y con un dibujo que a mi personalmente me gusta más. Pero al menos éste tiene como punto positivo el hecho de plantearnos el debate que comentábamos antes: ¿deberíamos aceptar un Lex Luthor elegido democráticamente?

7 comentarios:

  1. Hola,
    respecto a las dudas que planteas creo que hay varios precedentes que podríamos utilizar como argumentación: nuestro gran amigo Adolfito Hitler fue elegido democráticamente y subió al poder por vías legales (la manipulación entre los políticos no es un delito, hoy en día lo seguimos sufriendo) en 1933. Como todos sabemos las siguientes decisiones del Fhurer derivaron en la Segunda Guerra Mundial. Aunque bien es cierto que los aliados tardaron en empezar a actuar y por poco fue demasiado tarde. Se amparaban en la excusa de que era un líder elegido democráticamente.

    Por comentar otro ejemplo de diferentes características, George W. Bush, elegido presidente de la "mayor democracia del mundo", ínvadió Irak sin el consentimiento de la ONU. Nadie hizo nada para evitarlo ya que era la mayor potencia del mundo.

    Conclusión: no importa si tus decisiones son tomadas desde la democracia o desde el totalitarismo, importa el poder con el que estés respaldado.

    Tony

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  2. Cuando escribía la entrada, me imaginaba que si había comentarios algunos estarían enfocados a ejemplos concretos (es más, los dos personajes que comentas se me pasaron por la cabeza). La verdad es que no es lo que andaba buscando. Creo que si nos metemos a utilizar ejemplos concretos vamos a caer en los mismos tópicos y en las mismas discusiones, ya cansinas, de siempre. Intentemos hacer reflexiones sólo desde el punto de vista teórico.

    En cuanto a tu conclusión, está claro que las decisiones de cada uno serán (casi) siempre evaluadas con un vara de medir u otra dependiendo de tu poder, tu dinero, tu posición social, etc... Lo cual no sólo ocurre en la política, sino también por ejemplo en el mundo laboral.

    Ahora bien, tu conclusión estaría encaminada hacia el "como son las cosas", pero yo más me encaminaba hacia el "cómo DEBERÍAN ser las cosas".

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  3. una cosa, cuidado con lo de teorizar ¿En base a qué te ves tú capacitado para teorizar? Sólo lo podrás hacer ayudado por los ejemplos que conoces, los midas con lo que los midas. Partir de los ejemplos que pone Tony u otros miles te pueden ayudar a hacerlo. Saber "cómo son las cosas" o "cómo han sido las cosas" te permitirán saber "cómo deberían ser las cosas".
    Álvaro.
    Dudo mucho que cuando emergió la primera democracia o el primer dictador aquellos que fueron sus protagonistas se tildasen a sí mismos de demócratas y dictadores. Los términos y las conclusiones se hacen después de lo ocurrido. La Historia de los conceptos es una historia en contínuo revisionismo y, en este sentido, la historia política, con más sentido.
    De algún sitio hay que partir, sean o no recurrentes, cansinos o incluso erróneos; pero las bases deben estar en algún lado.
    Yo no sé como DEBERÍAN ser las cosas, quizás sepamos como nos gustarían que fueran, aun así, lo único que sabemos es como han sido.

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  4. No sé porqué leches se me queda el nombre intercalado en medio del texto. Bueno, pues eso, que soy...
    Álvaro.

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  5. A lo que me refiero cuando digo que hablemos de "cómo deberían ser las cosas" es a que Tony simplemente se ha quedado ahí y, después de citar los ejemplos, no ha respondido al debate que me gustaría plantear: ¿deberíamos aceptar un Lex Luthor como presidente? ¿sería legítimo tomar medidas similares a las que queremos combatir? Seguro que ninguno de nosotros sabemos como deberían ser, pero como bien dices, si que sabemos cómo nos gustaría que fueran o cómo creemos que deberían ser: expongámoslas.

    En cuanto a los ejemplos, por supuesto que son la base de todo, y es ejemplo a ejemplo como se va construyendo la Historia, pero para determinadas discusiones centrarnos en ellos nos impide ver el bosque completo. Sobre todo cuando utilizamos a los Hitleres, Bushes o BinLadenes que tanta carga ideológica contienen y tanta utilización política y social se ha hecho de ellos (por supuesto en todos los sentidos) y de la que yo personalmente estoy ya aburrido. A mi entender es más recomdable debatir sobre las ideas en sí mismas: libertad, democracia, autoritarismo, violencia... De esta forma bien podríamos encontrar la democracia de Bush, la de Obama o la de Zapatero, pero la Democracia en si misma, y sobre la que creo que deberíamos debatir, es la formada por todas ellas y no sólo por una en concreto.

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  6. No sé si es que yo estoy muy, pero que muy espeso o es que, lo que me propones, me parece tan utópico y alejado de la realidad que no entiendo ¿Me propones debatir sobre el concepto de democracia, libertad, dictadura...? Si es eso, me desmarco. Yo, por lo menos, no soy capaz. Me parece una osadía. Si quieres puedes hablar de la democracia en España, EEUU, Grecia o Corea del Norte ¿Qué es la democracia? En su esencia, nada, un término latino que cada uno usa a su libre gusto. Lo mismo con el resto de términos. Su significado y su uso varía, puede fluctuar, no son fijos.
    Álvaro.

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  7. No, no es exactamente eso lo que sugiero. No propongo que analicemos el concepto mismo de democracia, si no que para contestar a la pregunta que planteo, utilicemos la idea de democracia y no un ejemplo concreto de democracia. No creo que sea tan osado ¿no? Y mucho menos que seamos incapaces... por supuesto siempre desde la humildad de nuestro pequeño conocimiento y ni mucho menos como filósofos.

    Yo ahora si que me retiro por hoy, que he quedado dentro de media hora con un amigo y ya no se si me va a dar tiempo...

    PD: Quiza en mi comentario anterior debí decir debatir CON las ideas y no debatir SOBRE las ideas. Aunque en cualquier caso, en este mismo blog ya tuvimos un pequeño debate sobre la propia libertad.

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