Alan Turing

Muchos habréis tenido la mala suerte de ver la película “Enigma”. Digo mala suerte, porque a mí me pareció un auténtico tostón. Pero para los que no la hayáis visto, o los que no la recordéis, decir que discurre en medio de la II Guerra Mundial, y trata sobre los intentos de los aliados de descifrar los códigos secretos de comunicación del ejército nazi y todo ello envuelto en una trama de espionaje y contra-espionaje. Pinta bien ¿verdad? Pues como os digo, es un plomazo.

Para redondear la tragedia, a pesar de versar sobre la descodificación de códigos, y sobre la famosa máquina Enigma, la película nos impide conocer, por no aparecer en ella inexplicablemente, a uno de los mayores protagonistas de aquel episodio de la II G.M. Me refiero a Alan Turing, el famoso matemático británico de la primera mitad del siglo XX.

Turing, quien parece que ya desde pequeño destacó por su inteligencia, su memoria y su facilidad de cálculo, es considerado el padre de la computación y la informática modernas. Antes de la guerra, alrededor de 1936, a la edad de 24 años, ideó la conocida como “Máquina de Turing”, demostrando que una máquina podría ser capaz de procesar datos (entrada-procesamiento-salida) y sentando así las bases de la computación. Debido a sus artículos, sus estudios y en general a su éxito profesional, al estallar la II G.M. Alan Turing fue rápidamente captado por la Inteligencia británica. De esta forma, Turing se puso al frente del grupo de criptoanalistas de la famosa mansión de Bletchey Park con el objetivo de romper la codificación de las comunicaciones alemanas, que estos encriptaban con sus famosas máquinas "Enigma".

Criptoanalistas trabando en Bletchley Park

Gracias a las teorías de Turing, al principio aplicadas en la creación de las máquinas “Bombe” y después en la más sofisticada computadora “Colossus” (a la que muchos consideran como la primera computadora de la Historia), los británicos lograron finalmente descifrar las informaciones del ejército nazi, lo que parece que, según determinados estudios, adelanto el fin de la contienda unos 2 años. Una vez finalizada la guerra, Turing continuó con sus estudios e ideó el llamado “Test de Turing” que permite determinar si una máquina es capaz de mostrar la inteligencia de un ser humano, algo que todavía ninguna computadora ha sido capaz de superar.

Computadora Colossus

Desgraciadamente, a pesar de sus importantísimas aportaciones al fin de la guerra y al desarrollo científico, los últimos años de Turing no fueron todo lo felices que debían. Y es que, debido a su homosexualidad, fue condenado a seguir un tratamiento de estrógenos, lo que le produjo tales cambios físicos y psicológicos que tristemente acabaron llevándole al suicidio a la temprana edad de 42 años.

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